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January 18, 2023 | INSIGHTS DE TRADING
¿Hay suficientes metales para cumplir los objetivos de transición energética de la COP?

Metales como el cobre y el níquel desempeñan un papel importante en el camino hacia el Net Zero. Por eso, en este artículo analizaremos la situación en que se encuentran estos mercados y los factores que influyen en su oferta y demanda.
1. En el mercado del cobre se teme que pronto la oferta sea insuficiente para satisfacer el aumento de la demanda. Este déficit podría poner en peligro los objetivos de sostenibilidad de la COP, ebido al papel crucial del metal en nuestro camino hacia las emisiones netas cero de gases de efecto invernadero, el llamado Net Zero.
2. Según el análisis de Refinitiv, en los próximos dos o tres años el mercado del níquel tendrá un gran superávit. Por consiguiente, esta menor demanda, unida al aumento de la oferta, hará que los precios del níquel sean más vulnerables que los del cobre. Y cualquier volatilidad del mercado resultante podría ser una mala noticia para la energía sostenible, sobre todo en áreas como la energía solar, donde el níquel desempeña un papel crucial en la producción de paneles.
3. En todo el mundo, los gobiernos están asumiendo un papel más activo en el mercado de los metales.
En nuestro camino hacia Net Zero, se ha hecho mucho hincapié en la necesidad global de cobalto y litio. Sin embargo, también debemos prestar atención a lo que ocurre con metales básicos como el cobre.
Es probable que escasee el cobre
El cobre es, sin duda, tan vital si queremos reducir a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero como otros metales que han ido ganando más protagonismo, como el cobalto y el litio. Para que se haga una idea de su importancia en el camino hacia el Net Zero, los vehículos eléctricos de batería contienen cuatro veces más cobre que un coche con motor de combustión interna.
Sin embargo, lo que no está claro hasta ahora es de dónde procederá este material.
Actualmente, el cobre parece haberse restablecido por encima de los 8.000 $/t, tras haber permanecido por debajo de este nivel durante gran parte del cuarto trimestre de 2022. Los stocks de la London Metal Exchange (LME) están en mínimos históricos, y Codelco, el mayor productor mundial de cobre, ofrece una prima récord de 235 dólares/t para Europa en 2023.
Por ahora, parece que la preocupación por la economía mundial se ha visto superada por los problemas de suministro derivados de la escasez de agua en Chile y niveles de mineral más bajos en los principales países mineros, contratiempos que probablemente harán que el aumento de la producción minera este año no alcance el 2%.
Pero la dinámica actual del mercado oculta una tendencia más preocupante y que es evidente desde hace tiempo, de que simplemente para acompañar a la demanda necesitamos más oferta. O sea, necesitábamos un gran número de nuevos proyectos en desarrollo, y eso no ha ocurrido.
Y a menos que esto cambie, los analistas estiman que el déficit de oferta podría alcanzar varios millones de toneladas hacia mediados de la próxima década. Según nuestros estudios, el suministro mundial de cobre disminuirá a partir de 2025 y se mantendrá así al menos hasta el final de esta década.
Como el plazo necesario para poner en funcionamiento una gran mina de cobre es de diez a doce años, necesitamos nuevos proyectos ahora. Y para hacer frente a esta perspectiva de grave déficit en el suministro de la materia prima, el sector tendrá que vencer su resistencia a invertir.
El problema es que el reciente periodo de precios más bajos no ha hecho sino obstaculizar las inversiones, por no hablar de otros factores igualmente perjudiciales, como el aumento de los dividendos de los accionistas, la menor accesibilidad de los recursos, impuestos más elevados, mayor nivel de impurezas y el fin de los yacimientos minerales de fácil explotación.
En Refinitiv, seguimos los costos de las minas alrededor del mundo a través de nuestra aplicación METCOST, que nos mostró un salto en los costos en el primer trimestre de 2022 y ahora indica que es probable que las nuevas inversiones solo se reanuden después de que el precio del cobre alcance los US$8.500/t.
El mercado del níquel registrará un superávit considerable
La situación de los mercados del níquel es completamente distinta a la del cobre. El "metal del diablo", como a veces se le llama, saltó a los titulares en 2022 cuando los precios se cuadruplicaron en la LME (hasta superar los 100.000 dólares/t) y, como consecuencia, hubo que suspender su comercio y cancelar operaciones. Esta subida de las cotizaciones, sin embargo, tuvo poco que ver con los déficits estructurales, y sí con un short squeeze y la falta de metal para entrega inmediata en la LME.
Según el International Nickel Study Group, la actual previsión de demanda mundial de la materia prima es del 4,2%, una drástica caída en relación con el 8,6% que la entidad había calculado en mayo de 2022, y un reflejo de la tendencia de menor consumo de acero inoxidable en el mundo.
A largo plazo, aunque la demanda de baterías aumente su cuota de mercado del 4% en 2018 al 7% actual -y potencialmente al 25% en 2030-, nuestros analistas no prevén problemas de escasez. Por el contrario, en los próximos dos o tres años, Refinitiv estima que el mercado del níquel tendrá un excedente considerable, ya que la producción, impulsada principalmente por el crecimiento en Indonesia, sigue superando lo que todavía es una demanda razonablemente robusta.
Es importante recordar que las preocupaciones sobre la capacidad de la industria del níquel para atender la demanda mundial no se han hecho realidad. Después de todo, cuando la escasez de oferta llevó los precios a 50.000 dólares/t a principios de la década de 2000, China encontró una alternativa en forma de arrabio de níquel (NPI), procesado a partir de mineral de laterita de baja calidad procedente de Indonesia y Filipinas. Y cuando Indonesia prohibió las exportaciones del mineral en 2014, los productores de Filipinas aumentaron sus envíos para llenar el vacío. En esta ocasión, la producción de mate de níquel a partir de NPI para producir sulfato parece ser parte de la solución para la fabricación de baterías.
También hay que decir que con el aumento de la producción de níquel en Indonesia -que en 2023 y 2024 se espera que genere superávits mayores de lo previsto en relación con el tamaño del mercado-, los precios en un ambiente de demanda más débil parecen más vulnerables que los del cobre.
Consecuencias de la inestabilidad de los mercados
Es necesario señalar que los recientes sobresaltos en la negociación del níquel en la LME han desestabilizado el mercado, y las consecuencias serán de largo alcance.
Merece la pena establecer un paralelismo con la última gran crisis del cobre: el escándalo Hamanaka en la década de 1990. Ese acontecimiento llevó a los reguladores a presionar a Alan Whiting, del Tesoro británico, y a la adopción de las Lending Guidance (ahora conocidas como Lending Rules), con las que se pretendía evitar long squeezes. Incluso, como en 2022 lo que provocó la subida del precio del níquel fue un short squeeze, debemos considerar si las normas no tendrían que actualizarse.
Mientras tanto, vemos que los volúmenes de negociación en la cotización de referencia a tres meses se han desplomado en torno a un tercio, y crecen las dudas sobre la idoneidad del precio de la LME como referencia de mercado.
No es inconcebible que, al menos en lo que respecta al níquel, el mercado vuelva a un precio determinado por el comercio físico y no por la LME. Aunque los metales pueden ser nuestro futuro, irónicamente, no sólo en forma de precios puede que necesitemos volver al pasado para orientarnos mejor.
¿Qué papel desempeñarán los gobiernos en el mercado de los metales?
Una cosa es segura: los gobiernos tendrán que desempeñar un papel mucho más importante en los mercados de metales.
La nacionalización de estos recursos naturales será fundamental. Canadá, por ejemplo, prohibió en noviembre de 2022 la inversión china en tres empresas que buscan desarrollar la producción de litio. Paralelamente, los gobiernos tendrán que empezar a subvencionar nuevos proyectos dentro de sus propias fronteras para asegurar sus materias primas.
Sabemos que no es nuevo que países como China hayan estado haciendo negocios en África para asegurarse su parte de la extracción de cobalto, pero incluso el gobierno del Reino Unido se está moviendo en esta dirección (aunque con cierta indiferencia), como vimos en la saga de Britishvolt.
También creemos que habrá más regulación en torno al reciclaje, lo que afectará al flujo mundial de chatarra, que irá menos a China y más a Occidente.
De hecho, ya lo estamos viendo. Tras una serie de cierres de plantas secundarias en los años 90 y principios de los 2000, EE.UU. está aumentando de nuevo su capacidad de producción de cobre secundario, y Wieland Group promete la apertura de una nueva planta de reciclaje en Kentucky este mismo año. La empresa también tiene previsto crear una planta secundaria en Alemania en 2025.
A medida que las empresas compiten por estos escasos recursos naturales, deberíamos ver más integración vertical. Los intentos de Elon Musk de adquirir una participación en Glencore para asegurarse el suministro de materias primas recuerdan a los primeros tiempos de la industria automovilística estadounidense, con Ford y su acería Rouge River en Dearborn, Michigan.
Reestructuración empresarial en alza
También debemos estar atentos a otros tipos de reestructuraciones societarias que recuerdan a épocas pasadas.
En la década de 1970, las empresas petroleras y de gas se volcaron en la minería, pero a principios de la década de 2000 todas las grandes empresas se habían desprendido de sus participaciones, siendo Exxon la última en hacerlo, desprendiéndose de su participación en la empresa minera chilena Disputada sólo en 2002.
El pasado octubre, los saudíes anunciaron sus planes de invertir más en minería, mientras que Shell, que en su día fue propietaria de Billiton, cuenta ahora con una red de estaciones de carga para coches que funcionan con baterías.
En otras palabras, los gobiernos y las empresas privadas apuestan que los metales son el nuevo petróleo. Pero como nos muestra el cobre, los precios altos no sólo están aquí para quedarse, sino que son necesarios para garantizar que haya suficiente oferta para toda esta nueva demanda en el horizonte.
Encontrar un equilibrio en esta difícil ecuación -que requiere precios más bajos para fomentar el uso de metales, pero más altos para permitir la inversión- determinará probablemente la velocidad y el éxito de nuestro camino hacia el Net Zero.