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March 28, 2022 | Commodities
La guerra en el 'granero del mundo' genera temores de escasez mundial de alimentos

Mientras millones de ciudadanos ucranianos huyen de sus hogares escapando de los bombardeos rusos, los habitantes de otras partes del mundo como Egipto, Líbano y Túnez, también se ven amenazados por la infame invasión liderada por Putin, que deberá provocar escasez de alimentos en innumerables países en desarrollo.
Con la invasión rusa a Ucrania, se espera que se pierda gran parte de los cultivos de trigo y otros granos del país, que actualmente son el mayor proveedor de alimentos para el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, poniendo en riesgo a millones de personas en países en desarrollo que dependen de estas provisiones para su supervivencia.
Junto con Rusia, Ucrania es ahora responsable de un tercio de la exportación mundial de trigo, cereal que se sembró el pasado otoño (en el hemisferio norte) y que, tras un breve periodo de crecimiento, permaneció en estado latente para sobrevivir al invierno. Ahora, para que el grano reviva, los agricultores deben aplicar fertilizante, lo que hace que broten macollos de los tallos principales. Y dado que cada tallo puede tener de tres a cuatro macollos, esto aumenta exponencialmente el rendimiento de trigo por tallo.
Pero con la guerra, los agricultores ucranianos, que produjeron una cosecha récord de cereales en 2021, luchan por obtener fertilizantes, pesticidas y herbicidas. Y, aunque hubiera un suministro suficiente de estas materias primas, seguiría faltando combustible para abastecer los tractores y otros equipos necesarios para todo el proceso.
Alza de los precios de los alimentos
Elena Neroba, gerente de desarrollo comercial del corredor de granos Maxigrain con sede en Kiev, cree que si no se aplican fertilizantes ahora, la cosecha de trigo de invierno del país podría caer un 15% en comparación con los últimos años. Sin embargo, numerosos agricultores advierten que la situación podría ser mucho, pero mucho peor. Según sus cálculos, el rendimiento de la actual cosecha de trigo podría reducirse a la mitad, tal vez incluso más.
Además de los evidentes daños en el sector agrícola y alimentario de una población que ya sufre la falta de alimentos, agua, energía y otros servicios básicos en medio de continuos ataques contra objetivos civiles, este escenario tendrá implicaciones mucho más allá de las ciudades sitiadas de Ucrania. Eso se debe a que naciones como Líbano, Egipto y Yemen, entre otras, han llegado a depender en gran medida del trigo ucraniano en los últimos años.
Y, por si el escenario no fuera suficientemente grave, la crisis agrícola en el país europeo que pasó a ser conocido como uno de los mayores “graneros del mundo” se produce precisamente cuando los precios de los alimentos en todo el planeta llevan meses subiendo a causa de problemas en la cadena de suministro global que todavía se atribuyen a la pandemia de Covid-19. Para hacernos una idea de la situación, los precios de dichas commodities ya habían alcanzado un nivel récord en febrero y aumentaron más de un 24% en un año, según información de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Ahora, como resultado de la guerra, se estima que los precios internacionales de alimentos y forrajes aumentarán otro 20%, lo que provocará un salto en la desnutrición global (el valor del trigo ya se disparó, aumentando un 50% solo en este último mes).
Subsidios de alimentos en riesgo
Gran parte de la cosecha de Ucrania se exportaría al norte de África, Oriente Medio y el Levante. Según el PMA, más de la mitad del trigo que importa el Líbano proviene de Ucrania. En Túnez, este porcentaje es ligeramente inferior: 42%; y en Yemen, alrededor del 25%.
Para algunos países, el aumento de los precios puede perjudicar tanto a los gobiernos como a los consumidores que dependen de subsidios estatales de comida. Uno de esos casos es Egipto, que se ha vuelto muy dependiente del trigo ucraniano y ruso durante la última década y subsidia gran parte del pan que consume la población. “Entonces, a medida que sube el precio del trigo, mayor es la posibilidad de que el gobierno aumente el valor de los panes”, explica Sikandra Kurdi, investigadora del Instituto Internacional de Investigación de Políticas Alimentarias en Dubái. Actualmente, el programa de subsidios alimentarios de Egipto le cuesta a las arcas estatales alrededor de 5.500 millones de dólares al año, pero permite que dos tercios de la población compren cinco hogazas de pan al día por solo 50 centavos de dólar al mes.
Otros países en desarrollo que tienen subsidios similares también tendrán problemas con el aumento de los precios del trigo. En 2019, por ejemplo, las protestas contra el alza del pan en Sudán contribuyeron al derrocamiento del jefe de Estado, Omar al-Bashir. “El aumento de los precios de los alimentos se traducirá en más deuda para estos gobiernos o precios más altos para la población, una ecuación que es difícil de resolver”, dice Kurdi.
Reserva de cereales para consumo interno
Si bien Moscú insiste en que está llevando a cabo una operación militar especial para desmilitarizar y capturar a nacionalistas peligrosos y niega deliberadamente haber atacado a civiles e infraestructura civil, a pesar de los ataques documentados a hospitales, edificios de apartamentos y vías férreas, Ucrania y gran parte del resto del mundo están tratando de evitar que decenas de millones de personas pasen por una escasez de alimentos.
El viernes pasado, los ministros de agricultura de las siete economías más grandes del mundo discutieron en una reunión virtual el impacto de la invasión rusa en la seguridad alimentaria de decenas de países y la mejor manera de estabilizar los mercados de alimentos.
Al mismo tiempo, los funcionarios ucranianos dicen que todavía tienen la esperanza de que el país tenga un año relativamente exitoso gracias a los esfuerzos de los agricultores del oeste del país, que, al menos hasta ahora, se mantienen lejos de los tiroteos. Aun así, como medida de precaución, ya existen formas de proteger los suministros nacionales, asegurando que la población de Ucrania pueda ser alimentada, pero ese es otro posible golpe para las exportaciones.
La semana pasada, el ministro de Agricultura de Ucrania, Roman Leshchenko, confirmó que el país prohibirá el envío de varios productos básicos, incluido el trigo. Reconoce que efectivamente existe una amenaza para el suministro de alimentos para la población y que el gobierno está haciendo lo que puede para ayudar a los agricultores. “Sabemos que nuestro suministro de alimentos depende de lo que todavía hay en los campos hoy”, dijo Leshchenko.
Escasez de semillas y diesel
Las exportaciones de cereales son la columna vertebral de la economía de Ucrania y, en las próximas semanas, también se espera que los agricultores comiencen a sembrar otros cultivos, como maíz y girasoles. El problema es que, hasta el momento, siguen teniendo muchas dificultades para conseguir las semillas que necesitan. Además, como explica Dykun Andriy, presidente del Consejo Agrícola de Ucrania, que representa a unos 1.000 agricultores y controla cinco millones de hectáreas, falta el combustible, ya que en estos momentos es prioritario abastecer al ejército. Entonces, a menos que puedan obtener diesel para hacer funcionar su equipo, el trabajo agrícola en la primavera será imposible y las cosechas de este año estarán condenadas. “Los agricultores están desesperados. Existe un gran riesgo de que no tengamos suficientes alimentos para atender incluso a nuestra gente”, dijo Andriy.
A unos 200 kilómetros al norte del puerto de Odessa en el Mar Negro, el agricultor ucraniano Oleksandr Chumak dijo que estos días hay muy poca actividad en sus campos. Por falta de diesel, todo está paralizado en las 3.000 hectáreas donde suele cultivar trigo, maíz, girasol y colza, y aunque el combustible no fuera un problema, no habría fertilizante para todos sus cultivos, y mucho menos herbicida. “Por lo general, obtenemos de seis a siete toneladas (de trigo) por hectárea. Este año creo que si dan tres toneladas por hectárea, será muy bueno”, se queja Chumak. También dijo que tenía la esperanza de que a lo mejor haya una manera de cultivar suficientes alimentos para atender a sus compatriotas, pero que no quedaría mucho para exportar.
Oleksandr Chumak también dice que en el norte de Ucrania, los colegas estaban sacando combustible de una zanja que estaba llena de diesel después de un ataque ruso a un tren con varios vagones cisterna. Y, según él, en las áreas ocupadas cerca de Kherson todavía había agricultores que sacaban diesel de los convoyes rusos abandonados.
Cultivos amenazados y puerto en paro en el sur del país
La situación es especialmente crítica en la ciudad portuaria sureña de Kherson, el primer municipio ucraniano capturado por Rusia después de la invasión del país. Allí, el clima primaveral solo aumenta la urgencia de los agricultores, que deben cuidar los campos para evitar que la cosecha se pierda.
Andrii Pastushenko, administrador de una finca de 1.500 hectáreas al oeste de la ciudad, cerca de la desembocadura del río Dnipro, dijo que el otoño pasado se sembró 1.000 hectáreas de trigo, cebada y colza. Ahora, sin embargo, sería el momento de que los trabajadores ingresen a estos campos, pero como no tienen acceso a combustible, es inviable. “Estamos completamente aislados del mundo civilizado y del resto de Ucrania”, dice. Además, muchos de los ochenta empleados de Pastushenko no pueden llegar a la granja porque viven unos kilómetros al norte, al otro lado del frente de batalla.
Otro factor agravante es que el puerto de Odessa en el Mar Negro, a unos 150 km al oeste de la granja de Pastushenko, está completamente detenido. En tiempos de paz, la mayoría de las exportaciones agrícolas de Ucrania llegan en contenedores al puerto más activo del país, pero hoy en día no salen barcos porque la ciudad está sitiada por las fuerzas de Putin.
Con información de Maurice Tamman en Nueva York, David Gauthier-Villars en Estambul, Sarah McFarlane en Sydney y Sarah El-Safty en El Cairo